lunes, 10 de diciembre de 2012

El proceso de ¨vivir de la música¨ fluyó naturalmente para mí.


Andrés Rotmistrovsky es un bajista Argentino de gran proyección que vive en Nueva York ya hace algunos años. Con su brillo acompaña a grandes estrellas de la música local e internacional. Dueño de un estilo logrado, posee una humildad admirable. Sin dudas, escucharán su nombre en los próximos años. Los invito a conocer un poco más de la historia de este gran artista.

Por Luis Alberto Climenti


L
o conocí navegando un día por la web. Era uno de esos días en los que buscaba escuchar algún bajista distinto. Encontré su música y su forma de tocar me llamo la atención. Sin dudarlo, me dispuse a conocer un poco más del músico, conocer su obra y su talento.

Anteriormente he compartido algunos vídeos sobre su música y estilo. Hoy intentaremos conocer un poco más al músico. El objetivo es sencillo, dejar algo a los miles de chicos (y no tan chicos) que están iniciándose en el arduo camino de la música.

Andrés es un bajista que tiene bien claro su norte. Conoce muy bien su destino aunque aún no ha estado ahí. Si uno habla con el artista descubrirá que conoce a la perfección el lugar dónde quiere ir. Tiene una determinación que sorprende y una filosofía de vida interesante; deja que las cosas fluyan naturalmente. Sabe dónde quiere llegar, pero no se desespera. Trabaja con paciencia de artesano y no fuerza las situaciones. Algo extraño por estos tiempos veloces. Se nota que a medida que recorre el camino, va disfrutando del paisaje.

Con esa filosofía llego al Berklee College of Music en Boston, se recibió con honores, llego a vivir en New York, toco en los lugares más prestigiosos de la escena del Jazz de los Estados Unidos, acompaño a Artistas de la talla de Eva Ayllón, Joan Baez, León Gieco (entre otros). Y como si esto fuera poco, logró el reconocimiento de sus pares.

Con su impronta, va recorriendo la escena de la música mundial en la que se brinda abiertamente. Sin embargo, se lo puede ver dictando clases abiertas vía Stream Live Video en twitter y contestando personalmente cada una de las consultas de sus más de 5.000 seguidores de facebook.

Su música se disfruta con los ojos cerrados. Nos ofrece lugares, colores, olores, texturas y sabores. Nos invita a recorrer con los sentidos lugares inexplorados. Su música se disfruta con tranquilidad. Si uno está apurado, o no tiene el tiempo suficiente para tirar un cable a tierra, les recomiendo escucharlo en otro momento. Su música expresa armonía. Su bajo y su particular forma de tocar nos invitan a vivir un viaje musical en estado puro. Un estado de puro de relajación pero sin perder el swing. 


¿Quién es Andrés Rotmistrovsky?

Es una persona que ama lo que hace, y hace lo que ama. Me considero afortunado, y sumamente  agradecido por todo lo que recibí, y por eso busco devolver algo de eso en lo que hago.
¿Cómo comienza tu historia con el bajo?, ¿Fue el primer instrumento que tocaste?

Comencé a tocar el bajo a los 13 años, impulsado por una gran pasión, al sentir que finalmente había encontrado un instrumento que encajaba perfectamente con mi personalidad, y me abría las puertas al mundo increíble de la música. Antes de la llegada del bajo, tocaba la guitarra clásica que teníamos en casa, aunque para mí —en mi imaginación— era un bajo cuando pulsaba las cuerdas de ¨la criolla¨ junto a Sgt Peppers de los Beatles.
También de chico tuve un teclado ¨Casio¨ con el que jugaba tocando arriba de la máquina de ritmos; yo me divertía tocando melodías rítmicas y repetitivas en el registro grave, con los sonidos de guitarra con distorsión o bajo eléctrico. Creo que ese espacio musical en el que me sumergía por horas, fue mi primer comienzo en la música, y como bajista.

¿Recordás qué artistas te influenciaron musicalmente en tu adolescencia?

Los Beatles, Red Hot Chilli Peppers, Divididos, Jaco Pastorius y Serú Girán. En los últimos años de mi adolescencia escuchaba a Charles Mingus, Miles Davis, Marcus Miller, Victor Bailey, Sonny Rollins; y de la escena local en Buenos Aires seguía a Javier Malosetti, Guillermo Vadalá, Latinaje y al Quinteto Urbano.

Los inicios en la vida de las personas son importantes, digamos que fundacionales. Es interesante descubrir cuáles eran los gustos de los músicos como vos en los primeros años. Existe un ritual, como un juego, que es el de comprar discos y compartir música. ¿Recordás cual fue ese primer disco que compraste?

Si! Live at the BBC de Los Beatles, un disco doble muy orgánico y cálido que habré gastado de tanto dar vueltas.

¿Cómo era un día en la vida de Andrés "el niño"? ¿Qué lugar ocupaba la música por aquellos años?

Tuve la enorme suerte de criarme en un hogar con mucha contención y libertad creativa, en donde las artes y el amor por la cultura siempre estuvieron presentes. Tengo recuerdos de escuchar música con mis padres, como un ritual. Con mi padre escuchábamos los Conciertos Brandenburgueses (J. S. Bach) y nos imaginábamos imágenes e historias acompañando a la música, mientras que mi madre me impulsaba con mi pasión de dibujar. De chico me pasaba todos los días dibujando y escuchando música, unos años después cambié al lápiz por el bajo. Hoy en día cuando toco música, encuentro un paralelo que conserva la misma pasión y el mismo sentimiento que tenía dibujando cuando era chico.


Si tuvieras la máquina del tiempo y pudieras ir a conversar con tu “yo” pequeño ¿Qué diría Andrés Rotmistrovsky a los 13, 14 años del músico Andrés Rotmistrovsky?

Que soy muy afortunado por las cosas que me pasaron; creo que la determinación, la tenacidad, y la dedicación que tuve siempre me ayudaron a abrir las distintas puertas que se fueron presentando en mi camino, para llegar al lugar en el que estoy hoy. En términos generales, todo sucedió igual que como lo soñaba en aquellos años.

Las nuevas generaciones de músicos tienen sus pruebas de fuego cuando deben presentarse ante un público expectante. Si bien hoy sos un músico afianzado profesionalmente, hubo una primera vez. 
Teniendo en cuenta que comenzaste a tocar muy joven. ¿Cómo fue tu experiencia en los escenarios?, ¿Qué recordás de aquellos años?

La primera vez que me subí a un escenario fue al mes de haber comenzado a tocar; estaba aterrorizado, ¿y cómo no estarlo con los sentidos tan despiertos, y con tantas coordenadas técnicas que uno tiene que dominar en la música? Todo salió mal... y eso me impulsó a seguir estudiando.
Al poco tiempo, tuve la suerte de entrar a la banda de una virtuosa guitarrista de Rock que se llama Carina Alfie, apenas al año de comenzar con el bajo. 
Junto a ella recorrí mucho la escena under del Rock en Buenos Aires y fui ganando ¨horas de vuelo¨ en los escenarios, para luego sentirme cada vez más seguro. Con ella, toqué en el escenario principal del festival ¨Buenos Aires No Duerme¨ en 1997, ante miles de personas. Esa fue, para mí, una gran llamada para despertar en el mundo de la música.

Ya que lo mencionas, como muchos,  vos comenzaste en el circuito "under" o con trabajos no rentados. ¿Qué momento consideras “quiebre” en tu vida musical?, ¿Cuándo te diste cuenta que era posible vivir de la música?, ¿Cómo viviste ese momento?

Mi proceso de incursión al ¨mundo del músico profesional¨ llegó al poco tiempo de mis comienzos, por eso no considero que hubo un momento de quiebre como tal, sino que fue un proceso gradual. 
Cuando todavía estaba en el colegio secundario, ya estaba trabajando tocando Jazz en un hotel lujoso en Buenos Aires, y también había tenido la suerte de tocar en proyectos musicales con diferentes grandes músicos de la escena local, como Norbert Fimpel (actual saxofonista de Joe Cocker), por ejemplo. Un tiempo después, a mis 21 años estaba dando clases de música en un terciario, tocaba en una comedia musical en Calle Corrientes y estaba de gira todos los fines de semana con la banda soporte de un artista. El proceso de ¨vivir de la música¨ fluyó naturalmente para mí.

¿Recordás los bajistas que observabas y te influenciaron por aquellos años?

Muchos bajistas me influenciaron a través de los años, ésos son algunos de los que conocí primero y todavía admiro enormemente: Paul McCartney por su sentido melódico, Flea por su personalidad, Diego Arnedo por su aplanadora, Jaco Pastorius por la magia, Javier Malosetti por el ¨feeling¨, Rocco Prestia por su estilo único, Marcus Miller por el buen gusto, Pedro Aznar por su voz cantante en el bajo, y Guillermo Vadalá porque todo lo que toca es una obra de arte.

¿Y cuáles son los bajistas que admiras hoy en día? ¿hay alguno al que seguís o te interese?

Muchos de los antes mencionados, así como también Matt Garrison (quién además fue mi profesor de bajo en Berklee), Dominique Di Piazza, Carles Benavent y muchos más. Debo confesar que hoy en día lo que más escucho y busco encontrar, son canciones que me lleguen, sin importar si la música tiene un bajo o no.

¿Qué significa la música para vos?

Para mí la música es un medio de expresión ligado íntimamente con los sentimientos más sinceros. Simbólica y figurativamente a mí la música me lleva de viaje, y me hace conocer distintas latitudes en el mundo y también al universo de la cultura. La música es una ilusión hermosa, creo yo, que nos acerca a lo más real que tenemos; eso hay que festejarlo y agradecerlo con más música.

Contanos un poco como llega el Jazz a tu vida.

A los 6 meses de comenzar a tocar el bajo recibí una beca completa para ser el bajista de un ensamble de Jazz. Me preparé escuchando el cassette de la comedia musical ¨All that Jazz¨ para luego enterarme que eso no era Jazz. Fui parte de ese ensamble dirigido por el violinista de Jazz argentino Héctor López Furst, durante 6 años. Desde mis comienzos siempre estuve ligado al Jazz y esa fue una gran escuela que agradezco tener en mi etapa de formación como músico.

Si uno busca tus vídeos en youtube, notará que se mezclan los acordes y las melodías. Se nota una predilección por tocar temas con "chord melody" de artistas de la Música Popular Argentina. Probablemente en esa forma de tocar este tú sello personal. ¿Cuáles son los elementos que observas en una canción para interpretarla con tu particular estilo?

Siempre elijo tocar temas que me gustan, no hay misterio. Siempre que saco un tema, la melodía está presente, y luego me resulta natural tocarlos con chord melody. Si fuera cantante usaría mi voz, como soy bajista, disfruto del desafío.
La melodía es el elemento más esencial que busco internalizar a la hora de interpretar las canciones en el bajo. Luego, la interacción de 3 o 4 ¨voces¨ —o melodías— es lo que tengo que descifrar para que el arreglo tome forma, y finalmente cuando canto internamente la melodía del tema a la hora de interpretarlo, siento que la música ¨cobra vida¨. Ese es el proceso para que salga a la luz lo que tengo para decir en la música, con mi propia voz.

Vos sos argentino, pero hace ya varios años tu vida se desarrolla en Estados Unidos. Contanos un poco como llega New York a tu vida.

Cuando terminé mis estudios en Berklee conseguí un permiso de trabajo y decidí probar suerte en la Gran Manzana. Un tiempo después me sorprendí al darme cuenta de que el tiempo había transcurrido naturalmente, y estaba ya instalado en Manhattan, feliz de la oportunidad de seguir creciendo como músico en este centro tan enriquecedor.
Siempre me encantó la ciudad por muchísimas razones, principalmente porque casi todos los que ¨aterrizan¨ en Nueva York, no llegan por paracaidistas sino porque tienen un gran sueño por cumplir. Eso es algo que está en el ambiente y nos inspira y retroalimenta a todos.

Seguramente tendrás miles de momentos gratificantes y felices en tu vida profesional. Que te reconfortaron. Pero si te pidiera que me cuentes sobre un momento en tu vida profesional, cual elegirías y por qué?

Una foto musical que guardo en un lugar especial en mi memoria fue cuando toqué ¨Solo le pido a Dios¨ con León Gieco, en el Lincoln Center de Nueva York, a sala llena y con toda la gente cantando. Un momento memorable.

En 2011 editaste tu primer disco Upbeat. ¿Cómo nació el proyecto y con qué artistas lo grabaste?

Mi primer disco como solista fue un proyecto que tardé bastante en realizar, ya que requería una gran dedicación e inversión de tiempo, económica, y de energía.
Ese material representa el cierre de una etapa mía de búsqueda musical; el disco cuenta con un número de temas que compuse en mis años en Berklee, temas cargados con muchas emociones de introspección sobre mis antepasados, y la nostalgia que significa para mí ser un inmigrante, estar lejos. Lo grabé con un presupuesto muy bajo y con solo una sesión de algunas horas de grabación. El disco se hizo realidad gracias al impulso de mis seres queridos, y gracias también a los enormes músicos y amigos que participaron: Matan Chapnitzka en saxo tenor, Evgeny Lebedev en piano y Marcelo Woloski en percusión —casualmente todos de origen ruso, como yo.

¿Qué buscabas al momento de grabarlo?, ¿esperabas generar algo en quien lo escuche o fue una búsqueda personal?

A la hora de grabar ¨Upbeat¨ simplemente buscaba cerrar una etapa que tenía postergada, para permitirme avanzar en mi carrera musical. Dar el primer paso concreto como solista.
Los temas incluídos en el disco representan mi historia y eso mismo es lo que busqué proyectar en quien lo escuche.

 


¿Cómo nació la lista de los temas a grabar?, ¿Te apoyaste en otros músicos?

Fue una selección de mis composiciones dentro de la estética del sonido de música de América del Sur con aires de Jazz que estaba buscando. También incluí un standard de Jazz y Desarma y Sangra (Charly García) y Cinco Siglos Igual (León Gieco, Luis Gurevich).

En el libro escrito por Walter Isaacson sobre la vida de Steve Jobs, creador de Apple, hay un fragmento que cuenta acerca de un viaje a India revelador e inspirador para Jobs. Todo lo que nos sucede en la vida, sin dudas, deja una marca o una huella.  ¿Que significo para vos haber viajado a India?

India es un lugar increíble y siempre sentí un magnetismo por esa cultura. A mí me marcó desde un lugar diferente al que imaginaba antes de viajar; me volvió a conectar con la sensación gratificante y enriquecedora de la enseñanza de música, que había dejado de lado por largos años, y que hoy en día cumple un rol importante en mi vida musical.

¿Con que músicos te gustaría tocar?

Con todos los que pueda creer en la música que toquemos. Para mí la música es una cuestión de fe.

Pasando al plano de la educación musical. Existe una discusión entre los que defienden el estudio formal de la música y quienes no consideran necesaria una formación dura para tocar. ¿Consideras que el estudio y la técnica son partes fundamentales en un músico profesional?

Si existe una discusión es por sentimientos de inseguridad; personas que se sienten amenazadas por algo o por alguien, y por eso la necesidad de defender sus métodos de preferencia para la formación musical. Para mí no hay nada que discutir, creo que las dos grandes escuelas  —la técnica académica y la folclórica (de oído, o ¨de la calle¨)— tienen mucho que enseñarnos. Creo que lo más aconsejable es entender la historia de los músicos que tenemos como referente, para luego tomarla como ejemplo. La música puede ir más allá de ser ¨artista¨, o de ser “músico profesional¨, la música puede ser un ejercicio de bienestar personal al ejecutarla o simplemente al escucharla. ¨No existe una escuela que enseñe a vivir¨.

Buscando información para esta nota, descubrí una presencia muy fuerte de Andrés Rotmistrovsky en Redes Sociales. De hecho, descubrí que dictas clases abiertas y gratuitas de música y bajo por twittcam. ¿Cómo nació todo esto?

Es mi pequeño aporte para hacer un mundo con más música. Me veo reflejado en mis primeros años de estudiante de música, en donde me costaba encontrar información de música, con éstas clases abiertas busco compartir lo que aprendí a través de mi búsqueda musical, así como también contactarme de una forma más directa con muchos colegas músicos y, por sobre todo, busco incentivar la curiosidad por el estudio y la formación de los música.

¿Cuál es tu pensamiento acerca de las llamadas "nuevas tecnologías" en relación al estudio de la música? ¿Crees que benefician a las nuevas camadas de músicos?

Recuerdo que cuando comencé a tocar el bajo, había poca información disponible acerca del instrumento, había un poco de misterio alrededor, y eso me gustaba, y me impulsaba a averiguar más.
Hoy en día las distancias se acercan y tenemos mucha información disponible a ¨distancia de un doble click¨, esto podría haber sido una imagen de ciencia ficción hace algunos años. Creo que el acceso a tanta información y comunicación global es algo totalmente positivo, especialmente si tenemos determinación en formarnos. Yo particularmente estoy constantemente buscando estudiar distintos temas de ciencia, historia, técnica, y demás información que encuentro en el ¨Ciberespacio¨. El costado negativo de tener tanta información disponible es que a veces es fácil dispersarse y no lograr un resultado con productividad. Las cartas pueden estar en la mesa, aunque es uno el que las tiene que jugar.

¿Cuál es tu consejo para los chicos que están empezando a hacer sus primeras armas en la música y quieren ser músicos profesionales?

Buscar la pasión en formarse, dedicarse y estudiar seriamente como cualquier carrera. Es bueno contactarse con gente que ya esté en el medio, pedir consejos, y mostrar lo que hace uno. En el mundo profesional de la música la personalidad es más importante que lo que uno pueda tocar. Si se dedican seriamente y creen en lo que hacen, van a poder lograr cumplir cualquier objetivo que se propongan.

¿Te seduce la idea de desarrollar un proyecto educativo?

Me encantaría abrir una escuela de música en algún momento. Supongo que es un proyecto a —relativo— corto plazo. Todo lo que puedo enseñar es mi experiencia, y así va a ser: muchos recursos técnicos musicales, aunque siempre aplicados a la práctica musical. Estoy planeando abrir cursos de música ¨online¨ próximamente.
Para ir finalizando la Nota ¿Querés contarnos un poco qué usas para lograr tu sonido?

Mi bajo principal es marca Sukop, y está afinado con una cuerda más aguda (E, A, D, G, C). Es un instrumento tan cómodo y con el que me conecto tan bien, que me puso en el camino de encontrar mi propio estilo. Podría decir que una parte importante de mi sonido tiene que ver con una búsqueda durante años; investigando hasta encontrar los micrófonos, la acción (altura) y el calibre de las cuerdas que me resuenen más. Aunque la parte principal, es definitivamente el reflejo de mi formación como músico, y principalmente con lo que tengo para decir, con mi propia voz, en la música.

¿Próximos proyectos?

Estoy muy contento con la respuesta positiva que tuvieron muchos proyectos de vídeo discos (Youtube) en los que produje o participé en éste último tiempo. Tengo ideas de producir distintas músicas con ese formato audiovisual, de acceso libre. También tengo ganas de viajar por el mundo presentando mi música y dando clínicas de música y bajo. Me encantaría seguir tocando en la banda de algún artista que me guste, como Gonzalo Aloras, un músico de los que más admiro, con quien muy pronto voy a compartir músicas.

¿Cuales son tus sueños?

En la música, mi sueño es ser parte de la banda un artista que admire y en el que crea. También me gustaría formar una banda con la que tengamos algo importante que decir, y crear un proyecto educativo para la formación del músico.
Siempre tuve metas claras y mucha determinación, aunque disfrutando del camino. El camino es en donde verdaderamente estamos, y lo que verdaderamente importa.


La nota llega a su fin pero la música definitivamente no. Si quieren investigar mas sobre este artista los invito a ingresar a su fanpage en https://www.facebook.com/andresrotmistrovsky



viernes, 27 de julio de 2012

Para mí su destino era el fútbol, pero nunca lo vi jugar

Por Luis Alberto Climenti


Conozco a alguien que sin ser famoso pudo trascender a la muerte. El hecho de escribir sobre él de alguna manera lo vuelve presente. Es alguien que me inculcó valores, trabajo, como hacer un asado y formas de vida calcadas e impresas en la genética más profunda. 

Esta persona era un hombre de pocas palabras. Me acuerdo que se levantaba muy temprano para ir a trabajar, demasiado temprano para mi gusto. Un súper héroe, lo más parecido a Superman que conocí. Esa persona se llamaba Roberto Climenti, mi viejo. ¿Quién más? 

Herede su amor por el fútbol, me dejo la herencia más linda, ser hincha de La Academia, el Racing Club de Avellaneda. Me acuerdo que le gustaba ver jugar al “Piojo” López por derecha porque, según él, cuando enganchaba hacia adentro llegando al arco le quedaba todo el panorama para definir con su mejor perfil. 

De fútbol sabia y mucho. Aún siendo de Racing se sentía más cercano a la forma Menottista de concebir el juego. Nunca entendí porque no se dedicó a ese deporte. Cuentan los que saben que tenía un talento natural para jugarlo. Era bueno, muy bueno. Tenía potrero, le sobraba potrero. Te dabas cuenta por como caminaba la vida. Nunca entendí porque no se dedicó a jugar al fútbol en un club de Primera División. Quizá porque en esa época este deporte no era lo que es hoy. ¿Le faltó suerte? No lo sé. Todavía sigo sin entenderlo.


Jugó en el Temporal, un equipo de fútbol de Luis Guillón. Cuentan que los clásicos barriales eran entre “El Temporal” y “El Real de Guillón”. Ese era el partido que apilaba gente hasta en los árboles. Muchos iban a verlo jugar al “Púa”, así le decían a mi viejo. También supo jugar en El Porvenir, el coloso de Gerli.
Me hubiese encantado verlo jugar, me hubiese gustado que le vaya bien con el fútbol. Me llamó la atención su juego, siempre tuve intriga, pero nunca lo vi jugar. Ni siquiera con tipos de su edad, panzones y lentos. Veo seguido a tipos grandes que se juntan a jugar un picado y a recordar sus tiempos de gloria entre risotadas, pero a él no. Al menos eso me hubiese dado un indicio de como jugaba. Pero no lo vi.


Nunca volvió a pegarle a la redonda, quizá porque nunca hizo el luto de dejar a su noviay siempre la extrañó. Dejo el fútbol y se separó de la pelota. Nunca volvió a jugar, no sé porque fue. ¿Dolor? ¿Recuerdos? ¿Una lesión? Quien sabe… solo él lo sabrá.


Cada vez que me cruzaba con alguien que había visto jugar a mi papá al fútbol me decía lo mismo: “¿sabes cómo jugaba tu Viejo? Un jugadorazo nene”. Esa frase la escuche durante toda mi infancia y adolescencia. La misma frase, siempre, escuchada de diferentes personas. Por lo que dicen, era bueno de verdad.


Un día, caminando por Mendiondo cuando volvía de la casa de un amigo, me crucé con “Don Pocho”. Un personaje bastante nombrado en el ambiente futbolero de Luis Guillón. Era una especie de manager local que lo llevaba a probarse a los equipos para que vean lo que “Robertito” era con la pelota, un crack, según él. Pocho fue el primer fanático de mi viejo.

Llevaba siempre saco a cuadros y un sobrero clavado en la cabeza, era su marca. Es raro recordar a Don pocho sin ese sombrero. Cada vez que mi papá me contaba de sus dias con el fútbol, me hablaba de él. 

Ese día que de casualidad lo crucé en la calle y le dije que yo era el hijo de Roberto Climenti. El viejo se emocionó mucho, sentí como el tiempo se detuvo un instante. Fue una sensación rara. Me contó, una vez más, que mi viejo era buenísimo "jugando a la pelota". Que tenía el juego de Tévez, pero con una gambeta aún más atrevida. Se le llenaban los ojos de brillo al viejo cuando me hablaba. Quizá su mente le traía recuerdos de una gambeta, un enganche o algún gol.

Mi viejo me conto que una vez Pocho lo llevo a probarse a Vélez. Cada vez que el Púa tocaba la pelota el viejo seguía al entrenador que estaba viendo jugadores y le decía: "miré, miré. Miré lo que hace ese pibe... Un fenómeno". Hasta que este tipo de Vélez, cansado, le dijo que ya conocía a mi viejo, que sabia que jugaba en el Porvenir y que le iban a pedir mucho por su pase. 
Sin la redonda en los pies Roberto busco como ganarse la vida, hizo de todo. Vendió diarios, trabajó en una fábrica de tanques, Correos y Telégrafos, panadero, chofer, ¡Hasta manejo el camión de Racing en Guillón!  Un camión que repartía carne con el dibujo del Turco García de un lado y de Diego Maradona del otro.  Hizo de todo el pobre. Hasta Verdulero fue. Muchas veces no tuvo suerte. La mayoría de las veces no tuvo suerte.  Para mí su destino era el fútbol, pero por algo lo esquivó.


La década del ´90 fue complicada para mucha gente y mi viejo no fue la excepción. La situación económica y los vaivenes del país lo llevaron a recorrer lugares inciertos. La luchó como todos, la lucho mucho. Hacia el final de esa década, en 1997, se descompensó y fue internado de urgencia en el Hospital de Monte Grande. 

Salí del colegio y me enteré de la mala noticia. Llegué al hospital pensando que era algo sencillo, que a la noche estaríamos comiendo en casa juntos. Pero no, mi papá estaba acostado en una camilla en uno de los pasillos. Se lo veía realmente mal, sin fuerza. Me dí cuenta de que la cosa estaba mal, que lo que tenía no era nada sencillo, pero igual pensé que iba a salir adelante. Me acerque a él, tomé su mano y le dije al oído: “vamos viejo, que todavía nos falta ver a Racing Campeón…”, abrió sus ojos, me miró y se le cayó una lágrima como diciéndome “mirá que no sé si salgo de esta…”. Esa fue la última vez que vi con vida a mi viejo.


No pudieron hacer nada con él en el Hospital de Monte Grande y lo llevaron al Hospital Presidente Perón de Avellaneda, ahí dejo su vida. Pudo ser cualquier otro Hospital, en cualquier otra ciudad. Pero no, el destino, la suerte o él mismo quisieron que su vida termine en Avellaneda un 31 de Octubre de 1997. Cerquita del "Cilindro", en un Hospital que lleva el mismo nombre que el estadio de Racing.

Después de que los médicos nos informaran de su muerte todo se vino abajo. Ya volviendo a casa, mi hermano soltó al aire “Él se quiso morir acá, en Avellaneda".


Quizá este año, el Púa pueda jugar su mejor y último partido sobre el césped del cilindro. Si todo sale bien, vas a descansar en el estadio. ¡Vas a jugar en Racing viejo! Creo que es el mejor homenaje que se te puede dar, que descanses en el lugar amaste.


El lugar en el que mejor te supiste mover, una cancha de fútbol. Que descanses en la cancha de “tu” Racing, será un buen premio a tanto sacrificio. Cuando quiera sentirme cerca tuyo voy a ir a la cancha.


Entiendo ahora el valor de la trascendencia. Después de tantos años uno puede vivir en sus hijos. Alguien puede escribir sobre quien ya no está. Esto, sin dudas, es trascender a la muerte.

Para mí tu destino era el fútbol, pero nunca te vi jugar.

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